Si comprendemos cuál es la naturaleza de la mente, aceptaremos la existencia de vidas pasadas y futuras.
Numerosas personas piensan que cuando el cuerpo deja de realizar sus funciones después de la muerte, el continuo de la mente cesa y esta deja de existir, al igual que una vela se apaga tras consumirse la cera de la que está hecha.
Otros creen incluso que si se suicidasen, acabarían con sus problemas y sufrimientos, pero ambas ideas son incorrectas.
Como ya se mencionó, nuestro cuerpo y nuestra mente son entidades distintas y, por lo tanto, aunque el cuerpo se desintegre después de la muerte, el continuo mental permanece intacto.
Hay quienes piensan que la mente es el cerebro o alguna otra parte o función del cuerpo, pero esto es incorrecto. El cerebro es un objeto físico que se puede ver, fotografiar y someter a una operación quirúrgica.
En cambio, la mente no es un objeto material y no se puede ver, fotografiar ni operar. Por lo tanto, el cerebro no es la mente, sino una parte más del cuerpo.
No hay nada en nuestro cuerpo que pueda identificarse con nuestra mente porque son entidades diferentes.
Por ejemplo, aunque nuestro cuerpo esté quieto y tranquilo, nuestra mente puede estar ocupada con diversos pensamientos, lo que indica que nuestro cuerpo y nuestra mente no son una misma entidad. En las escrituras budistas se compara al cuerpo con un hostal, y a la mente, con un huésped.
En el momento de la muerte, la mente abandona el cuerpo y viaja a la vida siguiente, al igual que el huésped deja el hostal y se traslada a otro lugar.
En el video , Dr. Brian Weiss experto en terapia regresiva
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