PSYCHOTRIA
Nombre científico: Psychotria L.
Famila: rubiáceas.
Autor: Francisco Javier Matis.
Témpera sobre papel.
Iconografía mutisiana, div III, 1234.
Archivo del Real Jardín Botánico. CSIC.
Recuerda mucho a la planta del café, que es también una rubiácea. Hasta la fecha se han identificado alrededor de mil especies de Psychotria, y no es probable que la nómina aumente mucho más, porque una deforestación galopante acabará con ellas antes de que seamos capaces de imaginarlas o intuir siquiera las sorpresas farmacológicas que guardan.
La planta más conocida de este género es la Psychotria ipecacuanha, cuya raíz se emplea para elaborar el famoso «jarabe de ipecauana», un brebaje capaz de provocar el vómito hasta en los estómagos más templados. Su nombre podría proceder de la expresión en lengua tupí i-pe-kaa-guéne, que significa «planta del borde del camino que te hace sentir enfermo». Fue el fisiólogo francés François Magendie el primero en aislar su principio activo, la emetina, en 1817.
Otra Psychrotria, la chacruna (P. viridis), forma parte del preparado mágico-religioso llamado ayahuasca, empleado por los chamanes de algunos pueblos amazónicos. Su fuerte poder alucinógeno se explica por el contenido en dimetiltriptamina (DMT). Y como suele, además, asociarse a otras plantas que contienen inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), el efecto de la DMT se multiplica considerablemente.
Este dibujo de la Psychotria salió de las expertas manos de Francisco Javier Matis, el pintor más prolífico de la Expedición Botánica. Humboldt dijo de él que era, sin duda, «le premier peintre de fleurs du monde». Sus láminas tienen una frescura especial, muy distinta de la de otras que se nota que fueron realizadas en la mesa del gabinete de dibujo, ante las plantas ya prensadas de un herbario. Y es que Matis dibujaba siempre al aire libre. Acompañaba con frecuencia a Celestino Mutis en sus excursiones botánicas. Llevaban el Species plantarum, de Linneo, bajo el brazo, a fin de poder consultar sobre la marcha cualquier duda taxonómica. Ambos sabían muy bien que la sorpresa crece al borde de cualquier sendero.
No es extraño que Francisco Javier Matis acabara siendo maestro de botánicos y que Mutis le confiara ―sólo a él― la ejecución de las «anatomías», es decir, los dibujos de algunos detalles vegetales que requerían la mano hábil de un disector muy experto. Un día, el maestro y el discípulo encontraron al borde del sendero esta Psychotria de frutos rojos y nudos muy marcados y se inclinaron juntos a observar la nueva maravilla, absortos los dos bajo el sol del mediodía.
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